Mi abuelo de Siria, mi abuelo de España

¿Con qué otro título podría sintetizar todo lo que significó - y significa todavía- en mi vida el inmortal Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, aquel ciego ilustre a quien Manuel Machado, en 1943 (¡cuando yo tenía un año!), escribiera en Madrid:

¡Pero tú ves, Rodrigo...!
El mágico paisaje,
el supremo color...¡El personaje
del misterio, que siempre va contigo!

...La suma Realidad, la Verdad pura,
que en el Reino Interior sólo florece...
la perfecta hermosura
que sólo en el jardín del alma crece.

No a los ojos del amor, no Poesía
se brindan como al Sueño. Y es soñando
como el Poeta crea. La armonía
de Belleza y Verdad surge cantando.

Así tú de este mundo inenarrable
el alma luz percibes,
y en arpegios magníficos la inscribes...
Y le das una voz y un colorido
única expresión de lo inefable.

¡Ay, yo también, Rodrigo,
de eso que no se ve soy el amigo!

¡Ay, y yo también, Machado,
de eso que vosotros no veis soy el amigo!

Rodrigo en mi vida. Valencia en mi vida. Lo árabigo - español en mi vida.
Las guitarras de Vicente Espinela, Narciso Yepes, Andrés Segovia ...
¡Y todas las del mundo en mi vida!
Madrid y Larra, Pérez Galdós y Umbral, León Felipe y Marcos Ana...en mi vida.
La Fontana de oro y el Café de Chinitas, el cante jondo con sus indiscutibles rasgos orientales o árabes en forma de vocalización ultracromática, supeditada a la improvisación y a las cualidades del cantaor, ¡en mi vida!
La anciana mujer que vi en un mercado de Valencia con el velo y el perfil de la raza de mis abuelos, esa anónima mujer ¡tan parecida a la madre de mi madre, que vino a Entre Ríos desde su Damasco natal!

¡Oh, España!... (España en el corazón, decía Neruda.)
España en mi corazón , digo aquí.

Y en cada momento de mi vida...

Y volviendo a Rodrigo: con qué placer escucho todavía el viejo LP de vinilo que conservo con la grabación del Concierto de Aranjuez (con aquél ruidito "agradable", para mí, que produce la púa sobre el disco) interpretado por Renata Tarragó y la Orquesta de Conciertos de Madrid dirigida por Odón Alonso. Y al escuchar esa música ¡con qué fuerzas cruzan en mi mente las imágenes de "eso que no se ve", de "eso" que no puedo definir pero que, al menos, intenté explicarlo a través de metáforas en "Quiero cantar en Aranjuez"!

Por ejemplo las de su estrofa primera:

"Aquél hombre nacido en Valencia
que vistió de ilusión mi guitarra
me mostró los caminos del alma
mi abuelo de Siria, mi abuelo de España..."

O en la segunda:

"Y aunque amo con fuerzas mi tierra,
y por ella trabajan mis manos,
son los ríos que cruzan mis venas
que quieren llevarme al suelo lejano..."

Creo que la historia que me inspiró esta canción la dice la canción misma.
Y no hace falta abundar en más descripciones, datos o referencias para explicarla.

Pero ahora me gustaría sentir "el placer de compartir" con usted, querido lector y "escuchador" de esta página, un recuerdo personal que tiene mucho que ver con la partitura, la poesía y la música que le ofrece este "sitio virtual"...

El 10 de octubre de 2001 llegué a Barajas , Madrid, con guitarra y poemas para presentarme en Vigo, primero, donde fui invitado por un amigo argentino a cantar en su café concierto "El rincón de los artistas", y el resto del mes en Valencia, hospedado por el guitarrista y cantor entrerriano que reside en Lliria, Julio Delgado.

Cuando llegué a esta ciudad lo que más me llamó la atención fue la gran cantidad de murales, afiches, pasacalles, y avisos en diarios y revistas que anunciaban los grandes festejos que se realizaban por el centenario del nacimiento de su hijo dilecto: Joaquín Rodrigo.

Tomando mate en el balcón del cuarto piso del hotel Venecia -frente al ayuntamiento valenciano- vino de pronto a mi mente una estrofa de "Quiero cantar en Aranjuez" que escribí en los años ´60. En tan insólito lugar- elegido para tomar unos amargos- recordé íntegramente la canción que le dediqué al cieguito insigne. Y una noche, en compañía de Delgado, la canté en el local que él se presentaba en esa ciudad, y a partir de allí, la interpreté por todos los lugares donde se hablaba de Rodrigo. ¡O sea por todos los que recorrí en España!

La canté en Puerto Sagunto, Sagunto, Lliria, Xátiva, Vigo, Bayona, en una radio de Oporto, Portugal, en las calles de Madrid , y en el penúltimo día de mi estadía en suelo español en los jardines de Aranjuez, donde, al cantarla con acentuada emoción, unos amigos -que después me enteré eran funcionarios del Ayuntamiento- me colmaron de regalos que hacían alusión al centenario: libros biográficos del maestro valenciano - llaveros - banderines - discos - calcomanías - partituras...

Y algo muy gracioso que me dice un hombre del pueblo : "...pues, tanto queríais cantar en Aranjuez...¡ya lo estáis haciendo!"

Loco de contento le comenté este momento dichoso a Julio Delgado y viajé de nuevo a Lliria para darme el gustazo de grabar en los pagos de don Joaquín mi poema-homenaje.

En la sala valenciana de E.M.C., acompañado por la guitarra de mi amigo, y con mi pobre rasguidito, dejamos este tributo entrerriano al Marqués de los Jardines de Aranjuez, que es el título nobiliario que le concedió el Rey Juan Carlos I de España el diecisiete de febrero de 1992.

Y ahora, concluyendo, un correo electrónico que me honra, pero que transcribiré sin comentarlo (por pudor, nomás)...

Muchas gracias por su cariñoso recuerdo hacia mi padre,
Joaquín Rodrigo. Con mucho gusto lo felicito por su talento
al tiempo que me alegro de que fuera tan bien agasajado en
su reciente viaje a España. Hemos entrado en su web y hemos
apreciado sus poesías, deseándole un más venturoso 2003 que
el anterior y toda clase de éxitos a su hijo guitarrista clásico.

Le envía desde Madrid un saludo muy afectuoso:

CECILIA RODRIGO


Jorge Méndez
Oro Verde, Provincia de Entre Ríos, Argentina, 10 de octubre de 2008.